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¿SON LAS CERTIFICACIONES PRÁCTICAS GLOBALES QUE FUNCIONAN?

Actualizado: 16 nov

¿Por qué con tantas metodologías, sistemas y modelos para hacer mejor lo que hacemos, las dificultades en los servicios, la producción, la calidad continúan? Y, ¿por qué seguimos pensando que lo que no funciona se trata del desinterés de determinadas personas o grupo de ellas?



(05.01.24) Hace unos meses, una puerta ciega de un avión salió volando. Se trata de un Boing, fabricante de aviones americano lleno de certificaciones y protocolos de seguridad. La industria aeronáutica es una de las más exigentes del mundo y, ¿no pudieron evitarlo? Tampoco pudieron evitar la caída de dos aviones del mismo modelo, el 737 MAX, uno en el 2018 y otro en el 2019.


¿Cómo y por qué sucedieron estos eventos?, porque se trata de casos ya ocurridos con anterioridad, registrados, procesados y en países del primer mundo. Googleen y si pueden miren el documental Flight Risk en la plataforma Amazon Prime. Al mirar siéntense, porque se caerían de espalda...


No me cabe dudas que los gobiernos, las Empresas, los gerentes y también Boing, junto a sus certificaciones, tienen las mejores intenciones. Esta es la premisa con la que yo hoy al menos anestesio aquello que nos cruza y no funciona diariamente en la Economía. Lo que está afectando y a la mayoría incluso destruyendo, robando sus esperanzas. Me pregunto, ¿acaso no vemos todo lo que sucede cerca y lejos nuestro, evidenciando que algo o bastante no funciona?


Sospecho que lo que (nos) confunde son nuestras Buenas Intenciones, esas que siempre las ponemos delante para todo aquello que queremos mejorar. Algo parecido sucede siendo padres. La intención de ser buenas personas con nuestros hijos, no evita el daño que les causamos, naturalmente sin ser conscientes de ello. Simplemente tenemos un rol, determinadas creencias al respecto y vamos para adelante, creyendo siempre hacer el bien en la vida de los demás siendo padres, pero también siendo jefes, líderes, buenos gobernantes y etcétera.


Llevo años intentando conversar estos asuntos y puedo decirles que todo se complica cuando requerimos tratar, revisar los daños que generan nuestras buenas intenciones economicistas. Los voluntariados, la filantropía, las certificaciones con miradas sociales o la RSE e incluso la innovación que proponemos con las tecnologías que hoy tal vez ya nos gobiernan.

Christian, la verdad que el celular es un gran invento, salvó vidas. Pero también es cierto que está causando mucho daño en la niñez y adolescencia, por ejemplo, las redes sociales. Creo que la clave sería dudar juntos de lo que venimos haciendo.

Si hiciéramos un stop y solo por unos días decidiéramos observar el mundo, nuestra empresa, una reunión de trabajo, ahora de una manera distinta, tal vez podríamos ver como ni los estándares, ni las buenas prácticas globales, menos aún las leyes, lograron sus objetivos para las cuales fueron alguna vez creados.

No conozco una sola ley que haya acabado, resuelto, solucionado aquello para lo cual fue creada. Pero esto hay que querer verlo, así como aquello que no me gusta de mi hijo, porque finalmente es muy incómodo reconocer, que lo que no me gusta de él tiene que ver más conmigo que con mi hijo.



La falla al cliente con un producto o con un servicio, así como un desacuerdo familiar, son primero fenómenos sociales. Son nuestras relaciones, son espacios que producen simultáneamente algo deseado o también no deseado en una reunión, un encuentro, una estrategia de ventas. Lo bueno, pero también lo no tan bueno, como aquel caso del grupo Volkswagen dueño de Porsche, Audi, Ducati, Scania entre otros. Dieselgate, ¿conocen?; esta empresa alemana vendió al mundo más de seis millones de autos con un sistema que engañaba a los sensores de CO2, cuando estos eran conectados para cotejar el nivel de contaminación que generaban sus vehículos. Fue un secreto a voces dentro de la compañía por años y resolver les costo algo así como 19.000 millones de Euros.


Atención, que esto no tiene que ver con un error humano, un accidente. No lo creo. Si investigan verán que este caso –así como el de Boing– tiene que ver con lucha de poder, tráfico de influencias, nepotismo, muchas buenas intenciones y el infaltable apuro de un modelo económico altamente competitivo que no para.

Y otros fenómenos también puramente sociales y organizacionales, relacionales del relacionamiento humano y ocurriendo en este caso también en un país del primer mundo. Pues así es, nadie ni nada se salva de los efectos de las relaciones humanas. Influir, preferir, mantener aspectos ocultos en una conversación de trabajo, la condescendencia frente a los superiores, llegar a acuerdos callando detalles con tal de visibilizar que hacemos cosas con otros, alcanzar objetivos supuestamente comunes y puedo seguir. Y es exactamente aquí, cuando el mercado nuevamente en su apuro por avanzar, desarrollarse y mejorar nos hace creer que certificando resolvemos y alcanzamos lo que falta.


No estas diciendo que las certificaciones no sean importantes, pero claramente cuando decidiste certificar en tu industria con más de 200 trabajadores, estuviste invisibilizando bastante de los elementos que distorsionaban la misma certificación, una la realidad impuesta por mí para todos.

Y quiero detenerme aquí con esto que calificaría incluso como perverso, pero como antes ya dije, creado con buenas intenciones. Me refiero a la moda de querer protocolizar también las relaciones, así como ya lo hicieron décadas atrás con otros proceso del ser humano. Hacernos creer que un estándar, una encuesta, un método con una forma particular de hacer cosas con otros, un cheklist podrá estar por encima de la comprensión individual que cada ser humano tiene sobre su forma íntima de hacer sus cosas con otros, sus funciones, sus tareas junto a los demás.

No digo que no se pueda estandarizar métodos determinados para hacer cosas con otros, producir y convertirnos en la mejor empresa o sociedad del mundo. Solamente sugiero –considerando las permanentes fallas en nuestras organizaciones, los desastres económicos y productivos que vemos por todos lados, guerras– dudar de que no todo se puede reglamentar, medir, evaluar y mejorar con un modelo, una ley, un gobierno, incluso premiando a sus participantes y listo el pollo. No es tan sencillo.


El relacionamiento humano no se puede ni se podrá reglamentar jamás. Podemos empezar por reconocer a las relacionas humanas como constitutivas de lo que producimos, de todo lo que hacemos. El Ser Humano se produce en relaciones con otros y esto es inalienable también para la Economía. Tal vez requerimos construir y desarrollar juntos nuevas formas relacionales, las nuestras, las que permitan a cada organización de personas establecerse como una comunidad, un colectivo que responde a los intereses de todos sus participantes, sin distinciones, asociado a la productividad, la mejora continua, entonces los protocolos podrán tener un nuevo sentido, un nuevo lugar. Hoy las modas nos hacen empezar por atrás y no funciona. No somos todos iguales, pero todos valemos.



Advierto que existen varios elementos que son determinantes e incómodos en este proceso que yo le llamaría; reencuentro social laboral; privilegios, clases sociales, preferidos, marginados y otros. Son complejos de tratarlos, de conversarlos, pero puedo decirles, que esto brinda tanta transparencia a la organización, que la responsabilidad individual y colectiva emergen, cambian totalmente.


Hay mucho para conversar antes de certificar y contratar a otros para que hagan lo que primero fue siempre nuestro. Tal vez por eso preferimos seguir con lo mismo y el que no acompaña es «un negativo».


Christian Eulerich

PD: Esta es solo mi opinión. Hay cuestiones, que si las conversamos, movilizan nuestras ideologías, nuestras creencias de vida. Aquí vale la pena mencionar, que las lineas que escribo se asocian a la dificultad de plantear lo incómodo. Encontrar personas dispuestas a hacerlo no es sencillo.

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